miércoles, 24 de marzo de 2010

Pedofilia: cuando los adultos se vuelven monstruos


Últimamente oímos con frecuencia noticias sobre la gran cantidad de curas pedófilos. La alerta social está creada. Pero, ¿qué es realmente un pedófilo?

La pedofilia es la inclinación sexual por parte de adultos, que sienten una atracción sexual primaria hacia niños o adolescentes.
La pedofilia no se refiere al abuso sexual, sino a la mera tendencia sexual o atracción por un hombre adulto hacia un menor, diferencia fundamental con el pederasta, el cual ejecuta esa deplorable acción.

La pedofilia es una parafilia. Una parafilia es un comportamiento sexual perturbado. Las personas con parafilias se apartan de la normalidad, se excitan con objetos y situaciones diferentes.

La pedofilia como enfermedad se caracteriza por:

- El interés sexual se dirige hacia los niños.

- Interés sexual primario; es decir, dirigido de manera exclusiva o principal hacia niños.

- Interés sexual que permanece a lo largo del tiempo.

Hay que saber que una persona no es necesariamente pedófila por sentirse atraída sexualmente por los niños o las niñas, sino porque esa atracción sexual es primaria, es decir, que esa atracción es la única que provoca excitación sexual.

La Asociación Psiquiátrica Estadounidense incluye un diagnóstico estándar, la persona debe presentar:

- Fantasías sexuales intensas o recurrentes, impulsos sexuales o comportamientos que implican actividad sexual con uno o varios niños (generalmente de 13 años o menores) durante un periodo de al menos 6 meses.
- La persona que experimenta estos impulsos sufre además ansiedad o dificultades interpersonales.
- La persona tiene por lo menos 16 años y es como mínimo 5 años mayor que el niño o niños del punto A.

¿Es posible curar la pedofilia, o al menos controlarla?

Un estudio reciente ha llegado a la conclusión de que el fenómeno no es superable, pero sí tratable.
El objetivo primordial es el uso de métodos para controlar este impulso sexual, lo que podría servir para evitar miles de abusos de menores.
La terapia persigue hacer comprender al paciente que no es culpable de sus deseos sexuales, pero sí responsable de sus actos.
Con un programa combinado de terapia psicológica y medicamentos anti-andrógenos se pretende que el paciente prescinda del contacto sexual con niños.

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